Mientras que en muchas sociedades la figura del adulto mayor ha sido siempre venerada, en otros casos el envejecimiento ha sido utilizado como justificación para el abandono y la marginación.

¿En qué momento nos encontramos? Aún queda mucho camino por andar en el reconocimiento del rol que desempeñan las personas mayores en la sociedad, pero estamos en ese tránsito hacia el cambio. Esto implica que, cada vez con mayor frecuencia y naturalidad, los adultos mayores se embarcan en retos y desafíos que hasta hace unas décadas nos hubieran parecido impensables.

Envejecer de forma activa y saludable no debe ser el objetivo individual de nuestros mayores sino una de las metas prioritarias del conjunto de la sociedad. La iniciativa personal de los adultos mayores ha de estar respaldada por una estrategia conjunta que permita su integración real en la vida y el desarrollo de una comunidad.

El envejecimiento no justifica ni el aislamiento ni la exclusión. El papel de las personas mayores en la sociedad es fundamental para la toma de decisiones, la resolución de conflictos, el impulso de la economía o el desarrollo cultural.

Por este motivo, es imprescindible que tanto desde el núcleo familiar como desde los organismos públicos se promueva un cambio en el ámbito de acción: los adultos mayores tienen el derecho a opinar, a participar y a contribuir.